martes, 29 de mayo de 2012

Primer encuentro ciudadano

Me pareció curioso que al momento de inscribirme a los encuentros ciudadanos me preguntaran la organización a la que pertenecía, como si ni bastara con ser un residente del sector. La razón la entendí un poco después: era raro que individuos participaran a nombre propio.

El primer encuentro ciudadano fue organizado en varios días y lugares dependiendo los territorios en los que fue dividida la localidad de los Mártires de Bogotá; a su vez cada espacio fue dividido en varias mesas de trabajo. Recorrí todas las mesas e ingresé a la mesa de renovación urbana, en la que varias personas discutían los mismos temas que yo quería tratar : las basuras, los habitantes de calle, el mejoramiento del sector y el plan centro y sus implicaciones.

Ese día me sorprendió que todos los asistentes compartíamos las mismas problemáticas, aunque aveces con puntos de vista opuestos sobre el mismo problema. Me molestó la falta de organización de los participantes, el ansia de protagonismo de algunos y que el moderador permitiera a los participantes repetir una y otra vez los mismos problemas, a pesar que cada quien ya los había escrito en una pequeña cartulina, sin embargo me gustó haber asistido, aunque mi participación se limitó a intervenir para evitar que el proceso se entorpeciera repitiendo las quejas que todos conocíamos. También se hablo de cosas que escuchaba por primera vez, como del acuerdo 13 o las asociaciones de propietarios frente a los proyectos de renovación urbana, el conocimiento ciudadano del hampa que como una sobra invisible cubría el sector, pero sus actos se evidenciaban en el deterioro y la inseguridad, también se habló de las zonas de tolerancia y del empoderamiento y uso de los sistemas de información para vigilar y mantenerse informado de las acciones de la administración local; y mientras esto ocurría,  anotamos las soluciones propuestas en otra cartulina, obligándome a resumir el texto que había preparado en una hoja completa, en unos cuantos renglones.

Al finalizar, después de que el alcalde local se presentara, las señoritas que hacían de facilitadoras (no estoy seguro si eran IDPAC o del CPL) terminaron de anotar  en una cartelera lo que los participantes habían expresado, y para mi sorpresa, la sesión terminó sin debatir nada. El moderador solicitó postulaciones para ser comisionados, se autopostuló y a mi pregunta de qué hacía un comisionado, contesto indicando que es una actividad que demandaba tiempo y compromiso, lo que me hizo desistir, sin embargo, cuando le pregunté una mujer mayor que había sido postulada si me mantendría informado, me instó a que me postulara yo mismo, ya que ella no estaría presente en el proceso. Pensé que la mejor forma de hacer seguimiento a mis propuestas era continuar con el proceso hasta el final y me inscribí.

El problema

Prefiero caminar veinte calles y obtener un asiento vacío en el bus que esperar en la estación y competir violentamente por un espacio en el bus lleno, de esta forma, la decisión y la acción de de caminar me dignifican, aunque lamentablemente muchos habitantes de mi ciudad no las tienen. Mayor comodidad mejora mi calidad de vida, y lo más cómodo es no tomar bus en absoluto, y mejor que conducir es caminar, de manera que para mejorar mi comodidad decidí vivir cerca al trabajo. Se me presentaron dos posibilidades: la comodidad y él estética del sector donde trabajo (incluyendo los altos costos), o el espacioso apartamento de una amiga en una zona estigmatizada por la indigencia, la prostitución y la inseguridad. Claro, lo importante es el interior, así que escogí lo segundo pensando en que las cosas pueden mejorar y que mis gatos necesitan un espacio amplio.

No tardé muchos días en reconocer los problemas de mi nuevo hábitat: El sector completo se había adormilado como en la parábola de la rana hervida. Muchos propietarios se habían marchado arrendando sus casas y los nuevos inquilinos no tenían sentido de pertenencia, había basuras en la calle a toda hora y los habitantes de calle como los zombies de nuestra sociedad permanecían ensuciando los andenes, durmiendo en ellos y mendigando. La inseguridad no era tan terrible como se mencionaba, aunque tampoco salí o llegué caminando muy tarde en la noche. Había que hacer algo, pero no sabia a quien acudir. No sabía como ingresar a las asociaciones de residentes, es más, desconocía su existencia. La comunidad más cercana era la iglesia, a la que asistían unas pocas personas mayores, aunque nunca saqué tiempo para hablar con el sacerdote sobre los problemas del sector.

Mas de un año después surgió una posible solución: los encuentros ciudadanos



Motivación

El estado es una de aquellas construcciones humanas cuya presencia es invisible como una tenue neblina gris que rodea todas nuestras acciones, pero su ausencia frente a las consecuencias negativas de sus actos es inevitablemente notoria, aún mas cuando esa ausencia pareciera ser apropósito.

Respecto al estado, he de reconocerlo, soy ignorante, incluso para definirlo, pues mucho se ha hablado de él y seguramente cada generación lo habrá conceptualizado e interpretado a su manera. Desde mi óptica el estado debería ser el ente administrador de los concensos de los habitantes de un territorio (asumiendo que dichos habitantes sean responsables de sus actos, es decir, se autoregulen), pero en cambio es para mi un sistema de protección de los intereses de los que ostentan el poder. De allí la siguiente afirmación: el estado no existe; o mejor aún, el estado actual, tal y como se evidencia ante mi, no debería existir, aunque quizá tampoco nunca exista ese estado ideal que anhelo.

¿Es acaso la exigencia de derechos de un ciudadano una pelea de David contra una legión de Goliats, o el estado, a pesar de sus notables falencias puede garantizar el cumplimiento de los derechos de sus ciudadanos? Es esa la respuesta que pretendo contestarme durante el proceso que ya he iniciado y que comunicaré a través de éste blog